La crisis financiera del planeta nos obliga a hacer un esfuerzo por extraer algo de sentido de este aparato complejo e indescifrable que es el sistema financiero. Cuando se agudiza la vista, sin embargo, parece descubrirse un universo casi mágico del cual somos inevitables prisioneros. Aunque suene fantástico, el sistema financiero no es más que un montón de principios místicos, donde la fe determina la diferencia entre el éxito y el más rotundo fracaso.
La crisis financiera que sacudió los centros económicos del planeta y despabiló a más de uno nos dejó, creo yo, una certeza irrenunciable: si hay una cosa en esta tierra de la cual los simples mortales no entendemos nada, ésa es la economía. Me parece sospechar el porqué la economía suele representársenos como una suerte de fantasma inasible y evanescente; resulta que la economía es precisamente eso, un fantasma inasible y evanescente. Aunque la economía suela percibirse como una ciencia exacta, poblada de cifras y ecuaciones, si uno descorre los primeros vahos de densa matemática que la recubren, es posible descubrir que en su interior no hay nada concreto, sólo un montón de fantasías e ilusiones.
Consideremos, con las limitaciones y simplificaciones necesarias, algunos conceptos básicos que permiten echar luz sobre el oscuro y remoto universo financiero.
La plata no existe
En principio, es fundamental reconocer que el dinero no existe. Billetes y monedas no son más que papeles y metales, y no tienen ningún valor si los seres humanos no nos ponemos de acuerdo en ello. Si una moneda de un peso equivale a un piragüita de chocolate, es porque un buen número de sujetos estamos de acuerdo en que esto sea así. En el pasado, cada vez que un país imprimía un billete, ese papel representaba una cantidad de oro guardada en el banco central. En aquel tiempo, sí, era posible decir que el dinero representaba algo concreto: lingotes de oro. Pero después de
Es decir, si los pesos argentinos valen, es porque hay gente en este país que los prefiere a otras monedas, y esta preferencia descansa en la confianza de que su valor seguirá siendo el mismo de acá a un tiempo medianamente largo. Por su parte, si los dólares valen, es porque hay gente, aquí y en el resto del orbe, que también los prefieren a otras monedas, y esto, por supuesto, ocurre por que se confía en que su valor se mantendrá de acá a un tiempo medianamente largo. En ambos casos, se habrá percibido, la palabra clave es la confianza. Pero lo cierto es que no existen datos que permitan avalar esa confianza más que de un modo subjetivo y aproximado. Si no fuera así, no existirían crisis financieras. Si hay crisis, es porque esa confianza de pronto se ve traicionada. Se trata, en última instancia, de una confianza sostenida por la esperanza, la fe. Este no es un rasgo menor. Por primera vez en nuestro relato, es posible percibir que uno de los engranajes centrales de la economía es la fe, nada más alejado de la certeza matemática. Dejaremos para más adelante las implicancias de esta impresión.
Próximas entregas
Dos simples pasos para crear dinero
Cómo se pincha una burbuja financiera
El sistema financiero es una religión
La plata y la crisis (primera entrega) by Blas A. Bigatti se encuentra protegida bajo los términos de Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 2.5 Argentina License. Para cualquier uso fuera de los términos de esta licencia, contactárse mediante esta página.
4 comentarios:
El articulo esta muy bueno. A decir verdad uno, es decir el ciudadano promedio, sabe muy poco del porque de las crisis. Uno sabe que tiene el derecho a ahorrar para un futuro o por si hay alguna enfermedad, sabiendo siempre que las intituciones que a uno lo rodean como los bancos van a garantizar que este derecho se cumpla, tal como paso en la Argentina en el 2001. Es claro que por esos años se daba una situacion en particular, la deuda de los privados. Epoca de 1 a 1 todos colectando dolares y guardando, de repente el Mingo sale a decir que hay que salvar a las empresas en default por que sino esto seria un caos, propone asi el corralito utilizando sus mega poderes concedidos por el congreso. Asi, Las empresas que debían pagar sus vencimientos de licitaciones y contratos contraidos se declaran en cese de pago. Pero e aquí que entra Dualde y pesifica la economia, por lo que estas empresas pasan a deber solo la tercera parte de su deuda!! Que gran mano!! Mientras la pesificacion arruino la vida y la salud de millones!! Lo que es mas, los bancos habian conseguido un monton de dolares de los ahorristas para paliar la situacion, dejando en banca rota a toda una clase media y baja y promoviendo un fenomenal traspaso de divisas a unas pocas manos y dejandole a los ahorritas unos bonitos para cobrar en el año 3000. Es lo que el premio nobel de economia ve como socializacion de la deuda, en la que todos debemos colaborar con nuestros ahorritos, pero las ganancias, ah! esas si que son privadas y las ven solo unos pocos afortunados. Se ve que el Mingo aprendio bien las lecciones de esos cursillos dictados en Harvard favoreciendo a una clase social en detrimento de otra. La verdad que es digno de admiracion.
Como siempre, Anónimo, agradecido de tu comentario. Me gustaría agregar unas cositas:
Cuando uno se interioriza un poquito en economía, se vuelve evidente que el uno a uno era una ilusión imposible de sostener por siempre. El uno a uno funcionó siempre que el estado tuvo gran cantidad de dólares en las recervas. Esto se dio en los 90 después de los miles de millones que entraron con las privatizaciones. Pero con un estado que se achicaba y con una recesión galopante, el país no tenía forma de renovar el dinero que se ponía para sostener la paridad peso-dolar.
Por otro lado, con respecto a la plata que perdió la gente con la pesificación, también era predecible. Sobre todo porque cuando se dan crisis de este tipo sólo hay dos posibilidades: si se limita la cantidad de dinero que la gente puede sacar de los bancos, entonces se evita que los bancos quiebren y que el país se quede sin sistema financiero. Si por otra parte se permite que la gente reclame todos sus ahorros, entonces los bancos funden, el país se queda sin sistema financiero y la gente tampoco recupera lo suyo.
Como puede verse, lo única que pierde es la gente. Esto, en algún punto, es así, porque en la gente tiene más dinero del que en realidad existe. Entonces, no hay banco que pueda devolverlo. Este tema lo pienso tratar en la próxima entrega de este artículo. En cuanto tenga tiempo para sentarme a pasar en limpio mis apuntes.
Un saludo
Su comentario es interesante, la verdad es que no lo había visto de esa manera. Sin embargo, permítame puntualizar sobre algo que usted sostiene: "Entonces, no hay banco que pueda devolverlo." Esto es en referencia al dinero, aunque habría que mencionar que agarralo (al dinero de la gente) no titubearon en agarrarlo, dejando el tendal que hoy es claramente observable en nuestra sociedad como arruinados, cartoneros, desempleados, y lo que no se ve como cardíacos, diabéticos y una gran población en la miseria y tristeza. Creo que esto debe mencionarse si uno quiere darle un matíz algo humanitario a una situación que lejos fue más que deshumanizante. También, y sin la menor intención de personalizar ésto, UD menciona que el 1 a 1 fue una ilusión producto del dinero de las privatizaciones. Sí esto fue efectivamente así, pero bien valdría la pena acotar que el dinero proveniente de esas privatizaciones fue el producto de la entrega del país, en una epoca donde las decisiones de corte neoliberal estaban en pleno auge no solo aquí sino también en el mundo, la prueba está en la entrega de empresas como YPF Repsol, ferrocarriles, Aerolíneas y otras tantas que eran nuestro orgullo y pasaron a posteriori a agrandar los bolsillos de privados con el prtexto de que daban perdidas. Demás esta decir que su explicación es más que interesante y me gustaría leer el siguiente artículo. Muchas gracias. Saludos.
Concuerdo en todo con vos.
Ésta es precisamente la gran paradoja de todo sistema financiero: posibilita la creación de riqueza, alzando alza el nivel de vida de buena parte de la población, pero sin ninguna contemplación por las consecuencias sociales que a mediano o corto plazo esto pueda traer.
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