En estos días en que todos los análisis políticos se entregan a la tarea de delinear la figura de Néstor Kirchner apelando a lo que fue, a sus aciertos y desaciertos, me animaría a contribuir con una caracterización que parte desde un lugar distinto. En vez de dirigir la mirada sobre el ex presidente y su gestión (presidencial y pospresidencial), preferiría echar el ojo sobre el contorno de eso que suele llamarse kirchnerismo. Ese contorno que no es trazado por la posición política del ex presidente, sino por la presencia de los otros, de quienes se dicen kirchneristas y de quienes no. Observar con atención este contorno dice muchas cosas. Los kirchneristas: una mayoría de organizaciones de trabajadores y sindicatos (de uno y otro lado del espectro sindical); buena parte de los organismos de derechos humanos (incluyendo los más emblemáticos y representativos de nuestro país); gran cantidad de organizaciones sociales (de aquellas que se multiplicaron bajo el influjo arrasador de las políticas neoliberales); grupos de minorías (homosexuales, pueblos originarios); muchos y respetables hombres de la cultura y el pensamiento (intelectuales, científicos, artistas, deportistas); muchos jóvenes (hasta hace poco sin identidad política); muchos abuelos (hasta hace poco con otra identidad política).
El amplio espectro de estos grupos ‘oficialistas’ da cuenta clara de la dirección de las políticas kirchneristas, esas mismas políticas tan vapuleadas (y muchas veces desconocidas en su carácter de ‘proyecto político’) por la cúpula eclesiástica, la derecha más conservadora y el peronismo más de derecha, y por los monopolios mediáticos. Todos estos que se expresan anti-kirchneristas permiten también definir lo que es el kirchnerismo.
Pero también estamos los otros, los no-kirchneristas (diferentes de los anti-kirchneristas), quienes no nos reconocemos oficialistas, quienes atacamos incontables opciones de gobierno sin dejar de defender las políticas de innegable signo social. Los que no somos kirchneristas no por desear menos de lo que ya se ha hecho, sino por pedir más y mejor. Algunos nombres de la CTA, del Proyecto Sur, de Nuevo Encuentro, del socialismo, pueden encuadrarse en este grupo. Ellos, los aliados circunstanciales, también permiten acabar de definir esta imagen política de lo que es el kirchnerismo. Se trata sólo de una figura más, sólo una imagen más entre tantas otras que se han multiplicado en estos días (de las buenas y de las malas). Cada cual sabrá ubicar esta muerte donde mejor le duela.