jueves, 25 de septiembre de 2008

Postal 2: Soy una ser humano


Hace varios días que me persigue una duda existencial. Debo aclarar que mi escasa preparación filosófica y mi limitado conocimiento sobre la televisión actual en poco me ayudan a resolverla. La duda es esta:


En su República, ¿qué lugar hubiera otorgado Platón a Karina Jelinek



martes, 9 de septiembre de 2008

Postal 1: Comer pan frente a los pobres


Puede que me equivoque. No suelo ver Susana Giménez, de modo que puede que todo sea una mala interpretación mía. Lo que sé con seguridad es que ayer me molestó la innecesaria ostentación que tuvo lugar mientras la diva jugaba un bueno de truco con González Oro. Lo que percibí es mínimo, y quizá, para muchos, irrelevante. Pero a mí me molestó. Los dos conductores jugaban por plata. De 300 $, el negro dobló la apuesta a 600. Y cuando hubo de poner los billetes en la mesa, sacó sus dólares de la billetera. Parece ser que Susana había ganado ya un partido anterior. Cuando el negro Oro le dijo que tendría que haber donado la plata, ella aclaró que se la había quedado para ella. Lo propio haría él.



Todo el tiempo, mientras veía el juego de truco televisado, supuse que la apuesta tenía algún fin benéfico. Supongo que es el lugar común al que nos tiene acostumbrado la pantalla: “nos llenamos de plata, pero la excusa es siempre algún sueño loable y bienintencionado que prometemos cumplir.” Esta vez, la realidad era más cruda, y por eso mismo más real. Susana y Oro jugaban por ellos mismos, y ponían en juego un dinero que la mayoría de los televidentes no consigue siquiera trabajando todo un mes. Y más aún, se pagaba en dólares con la mayor naturalidad del mundo. Para el resto, del otro lado de la pantalla, esto tenía que doler. Ver a alguien tratando con indiferencia aquello que para otros es preciado tiene que doler. O tal vez no, tal vez a Susana todo se le perdone, porque ella, por lo menos, les convida unos minutos de felicidad a los grandes desdichados. Qué se yo, por ahí todo este razonamiento mío es inútil y no haga sino poner en evidencia mis propios prejuicios. Aún así, sigo convencido de que comer pan frente a los pobres tiene que doler, a alguien por lo menos, le tiene que doler.