Puede que me equivoque. No suelo ver Susana Giménez, de modo que puede que todo sea una mala interpretación mía. Lo que sé con seguridad es que ayer me molestó la innecesaria ostentación que tuvo lugar mientras la diva jugaba un bueno de truco con González Oro. Lo que percibí es mínimo, y quizá, para muchos, irrelevante. Pero a mí me molestó. Los dos conductores jugaban por plata. De 300 $, el negro dobló la apuesta a 600. Y cuando hubo de poner los billetes en la mesa, sacó sus dólares de la billetera. Parece ser que Susana había ganado ya un partido anterior. Cuando el negro Oro le dijo que tendría que haber donado la plata, ella aclaró que se la había quedado para ella. Lo propio haría él.
Todo el tiempo, mientras veía el juego de truco televisado, supuse que la apuesta tenía algún fin benéfico. Supongo que es el lugar común al que nos tiene acostumbrado la pantalla: “nos llenamos de plata, pero la excusa es siempre algún sueño loable y bienintencionado que prometemos cumplir.” Esta vez, la realidad era más cruda, y por eso mismo más real. Susana y Oro jugaban por ellos mismos, y ponían en juego un dinero que la mayoría de los televidentes no consigue siquiera trabajando todo un mes. Y más aún, se pagaba en dólares con la mayor naturalidad del mundo. Para el resto, del otro lado de la pantalla, esto tenía que doler. Ver a alguien tratando con indiferencia aquello que para otros es preciado tiene que doler. O tal vez no, tal vez a Susana todo se le perdone, porque ella, por lo menos, les convida unos minutos de felicidad a los grandes desdichados. Qué se yo, por ahí todo este razonamiento mío es inútil y no haga sino poner en evidencia mis propios prejuicios. Aún así, sigo convencido de que comer pan frente a los pobres tiene que doler, a alguien por lo menos, le tiene que doler.
3 comentarios:
Agradecido.
Asimismo, concuerdo con tu opinión acerca de Radio 10. Aunque no lo encuentro contradictorio; la ambigüedad oportunista es uno de los rasgos característicos de la política. Para quien lo desea, seguramente es posible encontrar alguna razón que justifique los piquetes de los ricos y deslegitime los piquetes de los pobres. Después de todo, los ricos tienen mucho que perder; los pobres, nada más que sus vidas. Y, hay que ser honestos, hoy en día interesa más el dinero de los ricos que la vida de los pobres.
Uy, creo que me estoy desmoralizando de nuevo...
Y.. sí, es un valor que esta posmodernidad líquida exalta hasta el hartazgo, como bien diría Gilles Lipovetsky. El dinero primando sobre la vida de las personas, cuando en la edad media éste valor pasaba más por el conocimiento de Dios y en la modernidad por la razón científica . Ahora bién ¿Por qué será que Cristo dijo que las probabilidades de que un rico entre al reino de los cielos son como las que de un camello pase por el ojo de una aguja? Es una parábola con una alegoría muy particular difícil de interpretar. Al propósito, le recomiendo una película referente a la impotencia de un millonario frente su propia muerte, muerte natural de la que ninguno estamos exentos. La película esta protagonizada por pavada de actores; Brad Pitt, representando a la muerte y Antony Hopkins, un mega millonario que al verse atocigado por la misma muerte ve cuán impotente es su dinero frente a estos casos. El filme, más que interesante se entitula "Conoces a joe black?" No se va a arrepentir de verlo. Saludos.
Yo haría una diferencia entre valores proclamados y valores asumidos. Por ejemplo, mientras que la fe y la bondad eran valores proclamados en la edad media, esto no impedía que incluso la misma Iglesia asumiera valores no sólo muy alejados de estos, sino claramente opuestos. El capital económico como signo de poder ha estado en todos los tiempos. Y el doble discurso acerca del respeto por la pobreza también viene de largo.
Con respecto a la película, reconozco que nunca me había interesado por verla; hasta ahora por supuesto. De modo que ya mismo la estoy agregando a mi lista.
Un abrazo.
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