Dijo Schiaretti, gobernador de Córdoba y aliado de Reutemann con miras al 2011:
Ya lo había dicho Descartes, poco antes de morir, cuando se diera cuenta de que su método basado en la duda había sido una pelotudez:
“A Reutemann y a mí nos eligió Clarín.” (acá)Y eso importa, claro. La democracia nuestra de cada día es el producto de minutos de pantalla acumulados. Sin aire, sin pantalla, no hay opción política que exista. No hay asociación estratégica más relevante para un político que estar en buenos términos con los medios. ¿Por qué todos sonríen y se amigan con las boludeces de CQC, por ejemplo? ¿O cómo imaginar un De Narváez convertido en opción política sin el atajo mediático que le permiten los billetes? A quién elija Clarín, importa. Que De Narváez sea dueño de América, también. Que el gobierno haya elaborado un acuerdo con Telefé, lo mismo. O que se estime en 270 millones el piso de gasto publicitario del gobierno de Scioli para este año. ¿Pero por qué importa tanto? Porque sólo quienes pueden destinar una fuerte inversión en publicidad tienen derecho a la existencia en el panteón de los candidatos populares. Al resto no le queda más que migajas en algún que otro trasnochado encuentro de cable. La fórmula es la siguiente: Si Clarín me elige a mí, en consecuencia, la gente también me elegirá. ¿Pero hay realmente elección por parte de la gente, cuando las opciones vienen predigeridas por los grupos de poder?
Ya lo había dicho Descartes, poco antes de morir, cuando se diera cuenta de que su método basado en la duda había sido una pelotudez:
“Esta sí va en serio, che: Me publicito, luego, existo.”
1 comentario:
JAJAJA!
Che, me gustan las postales!
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